Mosén Vicente Benito

    La Guerra Civil de 1.936 fue uno de los acontecimientos históricos que ha tenido mayor influencia y ha marcado a varias generaciones de españoles de una forma que aún hoy, más de 60 años después, sigue suscitando controversias y polémica. 

            No es mi intención incidir en aspectos polémicos sino simplemente rescatar un pequeño trozo de la historia de Peraltilla bastante poco conocido por las generaciones actuales y que corre el riesgo de perderse definitivamente. 

            Con el inicio de la guerra el 18 de julio de 1.936, el ya enrarecido ambiente que se vivía se radicalizó en los dos bandos contendientes: los republicanos o rojos por un lado y los fascistas o nacionales por el otro.


Mosen Vicente Benito García. Década de 1930
    Peraltilla desde el inicio de la guerra fue zona republicana y experimentó el ambiente hostil hacia los denominados “elementos de derechas”. Bandas y cuadrillas de incontrolados y desalmados (como por ejemplo los llamados “aguiluchos”) recorrían los pueblos del somontano y se entrevistaban con los miembros del comité para confeccionar listas negras (terratenientes, caciques, personas de derechas) de personas a las que “dar el paseo” y por supuesto para asesinar al cura.                

El cura  de Peraltilla era desde 1.913 Mosén Vicente Benito García.  Al estallar la guerra se quedó en su casa (la abadía). Los del pueblo aunque habían constituido el comité no se metieron con él para nada pero le aconsejaron: “si sigue en  Peraltilla, su vida corre peligro y nos compromete a los demás, es mejor que se vaya”.  Pero se resistía a hacerlo creyendo que no le pasaría nada.  Fue llamado a Barbastro para declarar y se le hizo una especie de pase con el que creyó que no corría ningún peligro. 

    
Pero allá por el 22 o 23 de julio se presentó en Peraltilla un camión con milicianos dispuestos a “limpiar el pueblo”.  Preguntaron por el cura y el camión enfiló la calle mayor hacia arriba hasta llegar a aparcar justo en la puerta de la abadía.  Mosen Vicente cura tuvo escaso tiempo para escapar por detrás hacia las clamores. Ya no regresaría a Peraltilla. 

Se refugió en la caseta de la lera de Malo (actualmente desaparecida debido la construcción del Canal del Cinca). Allí permaneció once días escondido y no se acercaba por el pueblo por el riesgo evidente para su vida. Andrés Budiós le llevaba al anochecer todos los días la comida a escondidas, acción arriesgadísima en aquellos días que le hubiera podido costar la vida, sobre todo teniendo en cuenta que los del comité organizaban guardias en la Posada para el control de la carretera.  Mediante una señal en medio de la noche a modo de contraseña se avisaban de que no había ningún peligro y le dejaba agua y comida.  Sólo sabían que el cura estaba en ese lugar Andrés, la casera del cura y el abuelo de Malo que necesariamente tuvo que dejar la llave de la caseta. Se da la circunstancia de que un hermano de Andrés,  Angel Budiós era el presidente del comité de Peraltilla y era el que firmaba los pases (documento imprescindible para poder salir del pueblo). 

            En pocos días, aquella situación se hizo insostenible y por fin, en los primeros días de agosto del 36 se decidió a huir hacia zona nacional.  Parece ser que primero fue hacia Berbegal, llegando a casa de un conocido que al verle en su casa le dijo que no podía quedarse por riesgo para su vida.  Desde allí llegó a Alberuela de la Liena y fue reconocido por una persona que lo delató a los del comité y éstos lo capturaron y lo entregaron al comité de Abiego. 

      Hace unos días tuve la oportunidad de hablar con la última persona que lo vió con vida aparte de sus asesinos.  Me contó que lo vio en la carretera al lado de la fuente de Abiego, lo tenían atado y estaba custodiado por los del comité de Abiego que lo fueron a asesinar al lado de la carretera de Huesca junto al río Alcanadre. Esta persona que por aquel entonces tenía 13 años es la abuela de José Miguel Riverola, de Abiego.

     El cinco de agosto lo llevaron desde Abiego hasta una curva de la carretera de Barbastro-Huesca justo en la cantera del río Alcanadre y en un pequeño barranquizo lo fusilaron.  Su cadáver sin enterrar permaneció allí al menos hasta la entrada de los nacionales allá por marzo del 38.  Se dice que la casera recogió sus restos que fueron enterrados en el cementerio de Peraltilla.

En el libro de defunciones del Ayuntamiento está asentada el acta de defunción el 14 de enero de 1.939 y fija la fecha de la muerte el 5 de agosto de 1.936 “fusilado por las hordas marxistas”.

       En el lugar en el que permaneció su cadáver (próximo al río  Alcanadre) se colocó una cruz sobre una piedra con la siguiente  inscripción “Mosén Vicente Benito García, cura de Peraltilla.  1.878-JULIO 1.936”.   Todavía hoy sigue allí la cruz y es posible visitarla.   La fecha de la muerte es errónea puesto que fue en agosto del 36. 

            Fue la única muerte a consecuencia de la Guerra Civil que hubo relacionada con Peraltilla. 

 
Cruz sobre piedra tallada en el lugar donde fue fusilado
    Eduardo Budiós Tuá
Agosto de 2.000