Visita
del Sr. Provisor a la Iglesia de San Salvador de Peraltilla, en el año 1.560.
Traducción del original en latín.
El 18-9-1.560 en el lugar de Peraltilla dicho señor Provisor visitó la
iglesia parroquial de San Salvador de este lugar y en ella, primeramente, al
Santísimo Sacramento del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo al que halló
decorosamente reservado bajo cinco formas en un sagrario, colocado en medio del
altar, en una cajita de plata que, a su vez, estaba dentro de otra de marfil con
un pabelloncito de tafetán colorado.. Asimismo visitó la pila bautismal y las
crismeras de estaño. Luego visitó el altar mayor que halló cubierto con tres
manteles de lino, una coraza, un ante-altar de guardamacil colorado, una lápida,
una lámpara con su plato, un barrado para los pies del altar viejo, un cáliz
de plata con su patena, una cruz de latón muy vieja, una capa procesional de
damasco anaranjado, una casulla de tafetán amarillo, otra casulla de tafetán
negro, con sus camisas y todo su aparejo; otra casulla de fustan blanco vérgado,
con su estola y manipulo, un misal con su fagistol, otro ante-altar de lienzo
con listas de colorado otra coraza para el altar, dos escaños pequeños delante
del altar y, en el campanario dos campanas grandes y una pequeña.
Lo que mandó el señor Provisor: Mandó que se comprasen
unos corporales, reparasen las casullas de tafetán negro y de fustan blanco,
hagan un cirio pascual de madera pintado y trasladen la pila bautismal a un rincón
de la iglesia, donde más cómodamente pudiere estar, para la próxima Pascua de
Resurrección, bajo pena de 30 sueldos por cada cosa que se dejare de cumplir, y
unos hostieros dentro del mismo tiempo. Asimismo mandamos que dentro del mismo
tiempo hagan bancos en la iglesia y las escaleras para la campana y allanen el
suelo de la iglesia y reparen el techo, bajo la misma pena. Asimismo mandamos a
los jurados y vecinos de dicho lugar cierren el cementerio de muy buena pared
con su portalada y puerta, dentro de ocho meses. Asimismo mandamos hagan una
cruz buena de plata, dentro de un año y en pena diez ducados. Asimismo fue
mandado al rector, en pena de veinte ducados, haga la abadía con los
cumplimientos necesarios en el lugar que más cómodamente se pudiere hacer.