Respecto a la reseña sobre el Señor del pueblo: “Cuando se hizo la ermita era… señor del pueblo el Excelentísimo Señor D. Juan de Pignatelli”, tenemos que acudir a la relación de los Condes de Fuentes. Efectivamente se trata de D Juan Joaquín Atanasio Pignatelli y Fernandez de Heredia, decimoquinto Conde de Fuentes y de Centellas, Marqués de Coscojuela y Mora, Príncipe del Sacro Romano Imperio ….. Era hijo de María Francisca Blanes que nació el 14-09-1700 y que casó con D Antonio Pignatelli (quien nunca fue Conde de Fuentes). El décimo quinto Conde de Fuentes casó en primeras nupcias con Doña María Luisa Gonzaga Caracciolo, Duquesa de Solferino. Al enviudar, caso en segundas nupcias con Doña María del Pilar Ana de Silva y Sarmiento, cuyas capitulaciones tuvieron lugar en Madrid el 3 de diciembre de 1774. Efectivamente, el Señor de Peraltilla en 1750 era D. Juan de Pignatelli.
Respecto a la reseña sobre la primera misa en la ermita: “Al inaugurare la ermita asistieron al terno Mosén Francisco Viñuales y Mosén Francisco de Lieza” tenemos las fuentes de investigación en el Archivo Diocesano de Barbastro. Así en un documento que se conserva sobre la visita pastoral del Obispo de Barbastro por su diócesis, éste llega el 8 de mayo de 1749 a Peraltilla y al informar sobre los eclesiásticos del pueblo nombra a Mosén Francisco Liesa que posee el beneficio de San Antonio Abad (vinculado a casa de Liesa). Posteriormente en el año 1756, concretamente el 8 de septiembre, el Obispo Rivera llegó a Peraltilla en visita pastoral y en el informe de la visita se señala: “hay un sacerdote que se llama Francisco Viñuales natural del lugar que aunque no tiene Beneficio ni Capellanía sino un Beneficio en Ponzano”. Mosén Francisco Viñuales era de casa de Ciria. Así es cierto que hacia 1750 había en Peraltilla estos dos sacerdotes hijos del pueblo.
Otro dato que afianza la veracidad de la bendición e inauguración en 1750 lo encontramos en la misma visita del obispo Rivera, del 8 de septiembre de 1756, donde se indica: “Hay una ermita extramuros de san Joaquín. Está muy decente” y sigue añadiendo el texto: “se está dorando el retablo”. La explicación es sencilla, se encontraba en muy buen estado porque hacia escasamente 6 años que se habían concluido las obras y las últimas actuaciones que se realizaban era el dorado del retablo, según el gusto de la época.
Se conservan los datos de visitas pastorales de 1561, 1598, 1602, 1741, 1746 y 1749 y en ninguno de estos documentos aparece ninguna reseña sobre la ermita de San Joaquín. Si embargo si aparecen datos en las visitas de 1756 y de 1791.
Respecto a la referencia: “Costó hacer la ermita unos cinco años por suscripción de los vecinos del pueblo” podemos corroborar parte de estos datos en un documento de libro de Lucero que se conserva en el archivo Diocesano de Barbastro de fecha 11 de enero de 1778 que indica: “En esta parroquia hay una ermita de San Joaquín muy próxima al lugar, edificada a expensas de la devoción del pueblo”. Con lo que también queda confirmado este extremo. Un vecino de este pueblo, ya fallecido, me comento hace algunos años, que en su familia se había trasmitido durante varias generaciones que las obras de la ermita las hicieron los mozos del pueblo.
Respecto a la construcción de esta ermita no hemos localizado datos, pero si gracias al “Novenario en honor de San Román mártir patrón del lugar del Ponzano” (Barbastro, imprenta Lafita año 1.880) que es una reimpresión de un texto de 1795 escrito por Mosén Francisco Rufas, rector de Ponzano, tenemos un testimonio escrito del s. XVIII referido a un pueblo muy cercano sobre la construcción de una ermita. En el prólogo del texto de Ponzano se indica: “Se dio principio a la fábrica en el mes de mayo del año 1787 y se vio acabada perfecta y hermosísima el 18 de noviembre de 1795”. Sigue el texto:”No hubo en su construcción desgracia alguna notable. Todos los vecinos de Ponzano unidos y animados del celo de su devoción concurrieron a competir, no solo con sus fatigas personales, y aplicación de todos sus esfuerzos para la conducción de materiales necesarios, sino también concurrieron con copiosas y abundantes limosnas que ofrecieron todos los años que duró la fábrica”. El Novenario también nos cuenta el coste del edificio y el ahorro que supuso la mano de obra de los vecinos. “También parece prodigioso que una hermosa fábrica, que importaría más de 6 ó 7 mil libras jaquesa, sólo ha costado tres mil y poco más…”.
Pues algo muy similar debió de ocurrir en Peraltilla, pero unos cuarenta años antes.
Disponemos de otro dato que avala que el coste de la ermita lo pagó el pueblo, aparece en las respuestas a un cuestionario del año 1791 que envió al Obispado el cura de Peraltilla como documento previo a una visita pastoral del obispo, así en la pregunta 38 se indica: “vive ermitaño casado, lo nombra el lugar con aprobación del cura”, lo que nos quiere decir que existió cierto derecho de patronato sobre el nombramiento del ermitaño que ostentó el lugar de Peraltilla por ser los que costearon los edificios de la ermita, y casa del ermitaño aneja al templo. Una parte de la casa del ermitaño se derribó en los años 40 del siglo XX, quedando los bajos como depósito de cadáveres. El resto se demolió durante las obras de la ermita de 1990-1991.
Precisada la fecha de la bendición de la ermita de San Joaquín, en 1750, podemos suponer que el entonces cura párroco de Peraltillo, Mosén Francisco Cantan, fue uno de los mayores impulsores de la construcción del templo. De hecho llegó a Peraltilla en septiembre de 1738 y estuvo al frente de la parroquia hasta su fallecimiento en 1772 ó 1773 (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, apelación contra los ejecutores testamentarios de D. Francisco Cantán, rector que fue del lugar de Peraltilla). Así que en la misa de bendición de la ermita el tercer celebrante fue Mosén Francisco Cantán.
LAS CELEBRACIONES EN LA ERMITA DE SAN JOAQUIN
Respecto a la bendición de la ermita, no tenemos datos, pero acudimos de nuevo a la fuente documental de Ponzano, así el referido Novenario dice: “El dicho día y año (18-11-1795) se bendijo la santa capilla nueva, se trasladó a ella la estatua de San Román con asistencia de todo el pueblo y de innumerable gentío…” continúa el texto: “ pues además de la Misa solemne y oficios propios del día, se predicaron y loaron las virtudes y favores del santo con sermón, loas, dichos y danzas y otras demostraciones de júbilo y alegría….”
Respecto a las celebraciones religiosas que cada año se hacían en la ermita, tenemos datos de 1778 y de 1791.
En el texto del año 1778, se indica:”sin renta fija para su manutención, se dice misa los tres días de las rogaciones y el del Santo con sermón”. Posteriormente añade: “El día de San Joaquín, patrón del pueblo, procesión general a la ermita, con misa y sermón en ella” y concluye: “se cantan vísperas para san Joaquín”.
En el referido cuestionario de 1791, en la pregunta nº 6 se indica:”El patrón del pueblo es San Joaquín y el titular de la iglesia El Salvador”. Más adelante en la pregunta nº 21 referida a las fundaciones se dice: ” Fundaciones no hay otras que el sermón de San Joaquín que para ello hay un huerto”, lo que nos quiere decir que con la renta que generaba el alquiler de un huerto se pagaba al sacerdote o religioso, buen orador, que venía de fuera para dar el sermón panegírico el día del santo. Finaliza este texto indicando: ”hay una ermita de San Joaquín a la que se va en procesión el día del santo y se dice misa”.
EL RETABLO DE SAN JOAQUIN Y LAS DISTINTAS IMÁGENES
En el testimonio escrito de la visita del Obispo de Barbastro de fecha 8 de septiembre 1756, se indica. “se está dorando el retablo”. El llamado retablo dorado de san Joaquín ya existía en 1756, por lo que se tuvo que colocar sin dorado cuando se bendijo la ermita en 1750, ó bien en el periodo comprendido entre 1750 y 1756. Según describe Alfredo Coronas en su libro “Peraltilla en el Somontano” (Barbastro, 1992), el retablo tenía las imágenes de San Joaquín, Santa Ana y San José. También refiere que debía de tener gran valor porque un anticuario en los años treinta ofrecía por el medio millón de pesetas. Este retablo con las imágenes fue quemado por los milicianos republicanos en la plaza de San Joaquín en agosto de 1936.
Una vez concluida la Guerra Civil, se acordó adquirir en Olot (Gerona) una nueva imagen de san Joaquín. La imagen llegó a Peraltilla el 01-10-1939 y el 05-10-1939 se produjo su bendición y traslado en procesión hasta la Iglesia parroquial. Costó 737 pesetas de la época y se costeó mediante varios tipos de cuotas que se establecieron a cada casa del pueblo en función de sus posibilidades económicas, tomando como referencia lo que cada uno pagaba de impuesto de Contribución. Era una imagen de escayola y permaneció en la ermita desde los años cuarenta hasta su robo del pasado 19 de diciembre 2008. Fue la primera que se compró después de la Guerra, al ser el patrón del pueblo.
Desaparecida esta imagen se ha constituido una comisión y previo el envío de dos cartas comunicativas entre los vecinos, amigos e hijos del pueblo se ha recaudado el dinero suficiente para costear la tercera imagen del santo, dotar de ciertas medidas de seguridad a la ermita y acometer algunas mejoras en el edificio. En este caso la bendición y traslado en procesión de la nueva imagen a la ermita ha tenido lugar el domingo 5 de julio de 2009 y la celebración fue presidida por el Sr. Obispo de Barbastro-Monzón D. Alfonso Milián.
EL CEMENTERIO
Disponemos de un documento sobre cementerios fechado en Peraltilla el 24 de mayo de 1805 que dice:”el existente en esta parroquia está situado fuera pero contiguo al pueblo…y en caso de no parecer conforme el uso de éste, hay una ermita distante medio cuarto de hora de la población situada en territorio ventilado, sin comunicación con las aguas potables del pueblo y con extensión bastante para poder pasar tres años sin colocar dos cadáveres en la misma sepultura, y con terreno sobrante para casos extraordinarios. Esto es lo que acordó con la Justicia y médico de este pueblo”. Está firmado por mosen José de Liesa, cura párroco de Peraltilla.
Posteriormente en un documento escrito el 27 de febrero de 1921 por Mosen Vicente Benito, se indica: “El cementerio no se sabe la fecha de su bendición, pero se dice que hace unos cuarenta y cinco años, dista un kilómetro del pueblo y está adosado a la pared de la ermita de San Joaquín”. Por ello se puede considerar que el actual cementerio se bendijo hacia el año 1.874 ó 1.875.
José Miguel Riverola Lacoma
Agosto de 2.009 |