El conjunto arquitectónico Iglesia-Castillo
Poco
sabemos sobre nuestro “castillo” de Peraltilla. Lo que en otro tiempo fue centro de la vida política,
judicial, económica, cultural, hoy lo encontramos derribado, olvidado y
abandonado por todos.
Más que fortaleza fue residencia de los nobles de los que bajo el
régimen feudal dependía el pueblo.
De entre esos nobles podemos señalar a Dª Jerónima Ximénez Cerdán
que vivió en el siglo XVI y que repobló el pueblo puesto que debido a la
expulsión de moros y judíos en la época de los RRCC (1479-1516) la
población quedó diezmada.
A
estos señores los villanos de Peraltilla, debían pagar el noveno de sus
cosechas y el décimo al rector (cura), menos ¼ del décimo que iba a los
nobles.
Pero 400 años después el panorama del castillo es muy distinto.
Apenas una pared y la torre de la iglesia atestiguan que allí se
levantó una fortaleza.
A principios de siglo fueron utilizadas sus piedras para construir el
frontón.
Luego, se utilizó para construir las escuelas.
No faltó quien iba a buscar piedras al castillo cuando debía hacer
alguna obra.
Finalmente su recinto fue utilizado como redil del ganado.
Me viene a la memoria una leyenda sobre el castillo.
Cada cual que juzgue lo verídico del caso:
Sucedió que un día llegaron al castillo unos peregrinos que pedían
hospitalidad.
Se les concedió y se les alojó en una sala del castillo. Los
peregrinos se encerraron por dentro en la habitación y como no abrían, los
del castillo les llevaron la comida por la “gatera”.
Pasaron los días y los visitantes no salían del cuarto.
Al fin, los del castillo se decidieron abrir la puerta para ver la
suerte que habían corrido los peregrinos.
Cuál fue su sorpresa al ver intacta toda la comida que habían llevado
durante el encierro, al ver que los visitantes habían desaparecido y al
hallar un “Santo-Cristo” de madera policromada.
La leyenda termina diciendo que los visitantes eran ángeles.
Pero el Castillo pierde toda su importancia si lo separamos del otro edificio
con el que da personalidad al pueblo: la iglesia.
La Iglesia Parroquial de
Peraltilla, bajo la advocación de “San Salvador”,
es un monumento del siglo XVI. Sin vacilar la encuadramos dentro
del estilo renacentista, y dentro de éste en el plateresco (1500-1530).
Centro de la vida religiosa del pueblo y por la relación Iglesia-Estado, fue
en la puerta de la iglesia “lonjeta” el lugar en el que en tiempos pasados
se firmaron documentos que hicieron hito en la historia del pueblo:
Carta Puebla de 1.556 y aceptación de la autoridad de D. Juan de Gurrea,
Gobernador de Aragón y esposo de Dª Jerónima (1.561).
A estos actos asistían los nobles y el Concejo formado en el Siglo XVI por un
Justicia (D. Domingo del Campo) y dos Jurados (D. Pedro Cáncer y D. Juan de
la Sierra, cuyo escudo de armas se conserva). También asistían el
Procurador D. Juan de Canales.
Pero ahora vamos a centrarnos en aspectos arquitectónicos del templo:
Es un edificio de sillería rematado con una galería de arcos de ladrillo,
muy al estilo aragonés (esto se repite en casa Ciria y en casa Francher).
El templo es de una sola nave dividida en tres tramos por una especie de arcos Fajones que acaban en Baquetones y se exteriorizan en sólidos contrafuertes. Aparecen cuatro capillas sobre una de las cuales está la torre (altar de San Antonio). Esta capilla presenta bóveda de cañón. Dos capillas, una enfrente de la otra, con bóveda de arista.
Al fondo está la cuarta capilla donde se encuentra la pila bautismal y en cuya pared exterior hay una piedra con la inscripción “VILLAME” y una fecha en números romanos que no puedo precisar del todo debido al estado de erosión en que se encuentra esa pared, pero corresponde al siglo XVII. |
Esta expresión “VILLAME” es un enigma: no es ni vocablo
latino ni es el nombre del posible arquitecto del templo, que por otra parte
es desconocido.
En la
bóveda de crucería de la nave central hay motivos ornamentales en los puntos
de intersección de las nervaduras. El ábside es poligonal. Lo
más característico es la portada abierta al muro sur, claro ejemplo del
Renacimiento. Aparecen dos columnas con capitel corintio, con fuste en
parte escindido y en parte acanalado (según el gusto de la época).
Entre ambas columnas está la puerta bajo un arco de medio punto.
La parte superior está rematada por dos ángeles que tocan sendas
trompetas. Todo el conjunto se complementa en la jambas de la puerta y
en las pilastras sobre las que cabalgan las columnas con motivos
alegóricos: calaveras, caras ...
La iluminación es escasa, sólo hay dos ventanas que dan al altar mayor y un ojo de buey en el coro.
En 1.936 fue profanada, destruido el retablo, los santos, el Santo-Cristo y el
cuadro de la Transfiguración que tenía cierto valor artístico.
José
Miguel Riverola Lacoma
Publicado en el programa de fiestas de 1.987