Recientemente se ha publicado en Cataluña el libro titulado "A peu per Aragó" de José María Espinás.  Está escrito en catalán y en él se narran las impresiones recogidas por el autor en su paso como caminante por distintos pueblos de la provincia de Huesca.   Tuve conocimiento de su publicación a través de Carmen Benedé, residente en Barcelona y cuyos antepasados eran de Peraltilla.  Ella se prestó amablemente a traducirme el capítulo dedicado a Peraltilla.
 

Nota de Carmen Benedé:

"En cantada de poderle anticipar algunos puntos del libro “A peu per Aragó” de José Mª Espinás que se refieren a Peraltilla, elegidos de entre los que me han parecido más interesantes.  Todo el capítulo que sería muy largo...

El autor del libro que nos ocupa,  ya advierte en el prólogo,  que el nuevo lector no crea se trata de un libro de ámbito geográfico, un manual de excursionista o un análisis sobre una comarca. No. Su objetivo es construir un relato sobre lo que ha visto y oído en el espacio escogido.

 Y en esta ocasión escogió el Somontano. El trayecto “a pie” lo inicia en Laluenga acompañado de un amigo, de nombre Sebastián oriundo de aquella población y conocido allí por “Chanin”. Algunos comentarios enlazan el  cuando se marchan de allí, después de haber pernoctado un par de días, y lo que ven mientras se dirigen a:"

 

Extracto del libro traducido por Carmen Benedé:

 PERALTILLA 

    Salimos a las ocho menos cuarto de casa de Merche. Los Almendros está cerrado. En la pequeña plaza no hay nadie. No se oye ningún ruido. No iremos a Peraltilla por el viejo camino que te lleva directo, sino que daremos un rodeo. La etapa es corta y hacer unos tres kilómetros de más, no ha de ser ningún problema. La vuelta tiene una justificación: Sebastián quiere enseñarme lo que había sido viña de su familia. Vamos por la calle San Juan, desierta. Si Laluenga es la larga, no sé como debería ser un pueblo corto, porque enseguida dejamos a tras la última casa. Y entonces, sí, alguna cosa se mueve. Una golondrina o un  gorrión que levanta el vuelo del hilo donde descansaba. Y alguna otra cosa se oye: el canto de una tórtola, esta delicada mezcla de algodón suave y agua fina. A menudo oiré las tórtolas en el Somontano, momentos frescos en el aire seco. 

Vamos hacia el norte, un aire agradable nos da en la cara y, de vez en cuando, el perro inevitable, gritón, la excitación inútil. Qué paz, cuando el animal queda atrás y el paisaje , que se había quebrado, recupera el orden, la calma.  

Un tractor. Dos hombres van a remover los rastrojos que cubren los campos por si llueve, que el agua penetre en la tierra. Llega un momento en el que Sebastián, se detiene, extiende el brazo, señalando un campo amarillento por los rastrojos de cebada y dice: Este campo era viña.

La suya, que hubieron de vender y con las 7.500 pesetas que les dieron pagaron el traspaso de un piso en Barcelona..

Los nuevos propietarios arrancaron la viña. Arrancar una viña es arrancar muchos años, los que han tardado las cepas en crecer, a sacar pámpanos  y uva, a retorcerse. La viña no es el campo de trigo que se siembra  cada temporada. La viña arraiga como los hombres que se hacen viejos. ... Hace años se arrancaron muchas cepas aquí. Quizás era demasiado pesado tener una viña. Habían aparecido las máquinas de segar y trillar. Pero este año la cosecha de cereal ha estado pésima y las viñas han continuado haciendo vino... Un vino que ahora tiene denominación de origen. Desde aquí cogemos un camino que es el bueno, para llegar a Peraltilla. Veo un pueblo a la izquierda Barbuñales, dice Sebastián. Y hacia el norte, la sierra de Guara y la Sierra de Sevil, con un tajo en medio por donde nos meteremos de aquí pocos días, hasta que una pared de roca no nos deje continuar adelante. Hace un día muy limpio. Incluso puede verse, más allá de la Sierra de Guara, muy lejos, una cumbre nevada: puede ser la Maladeta. 

No tardamos en encontrar, junto al camino, una ermita, la de San Juan. Una construcción pequeña; no tiene espadaña ni cruz. La puerta está cerrada. Adherido a la ermita hay un espacio cubierto, donde podemos entrar. Todo está muy maltrecho., El techo es de cañas. Tal vez sirvió de refugio. Sebastián me explica que el segundo día de Pascua aquí se hacia una lifara, una comida abundante, aunque él, cuando era pequeño, solo traía de casa una tortillita. Pero la felicidad consistía en jugar a empaitar-se

El lugar está un poco elevado y la vista es espléndida. Campos de almendros, de olivos, de encinas –aquí las llaman carrascas.-  Pregunto  a Sebastián si estas encinas son jóvenes. No, es que no crecen mas. 

Más abajo, me parece ver la revuelta de un río. Es el canal del Cinca que brilla al sol. El camino ahora es cuesta abajo para ir a encontrarlo.

Pasan unos pájaros y me quedo mirándolos. –Y Sebastián, como siempre,. hace de instructor :

Cogulladas 

El barranco de la Clamor y Peraltilla 

Novedad. A la derecha una construcción , una presa. Un brazo de agua se desvía hacia el sur y. ahora sí que el aire se llena de ruido y el agua que se va por este canal secundario, el de Terreu, lo hace saltando. ........................................................................ 

Hemos atravesado el valle de la Clamor, un barranco con peñas graníticas. Se hace el te de roca y Sebastián se desvía para alcanzar un poco. Todavía no ha florecido y huele un olor amargo  ........................................................................ 

Vender tierra y gente 

No es difícil encontrar el camino de entrada a Peraltilla: de la carretera sale, perpendicular la calle Mayor. Es recta y pendiente y en esta misma calle está el Albergue La Lifara. ......Inma es una de esas mujeres que no paran, que siempre tienen  alguna cosa pendiente. Está terminando de preparar el apartamento, nos dice... Y nos lo dice en catalán.  No entiendo nada. Vengo de Laluenga y Octavio, el del bar, es catalán.  Llego a Peraltilla y una muchacha que se llama Inmaculada Sánchez, me dice (en catalán) “Me sabe mal, tendrán que esperar un poco.”.. Para desconcertarme más: ha nacido en Salamanca, pero ha trabajado en Andorra... 

Vamos a pasear un poco y los primeros pasos nos llevan a la plaza del Ayuntamiento y a la iglesia. Peraltilla, si no se ha modificado cuando se publique este libro, tiene dos plazas prácticamente unidas: la Mayor, que es la del ayuntamiento, y la de la iglesia. Y cuatro calles: Mayor, Virgen del Pilar, Guara y Barbastro. Peraltilla, antes se había denominado Peralta, pero como hay tres Peralta y otra en el mismo Somontano, el pequeño pueblo aceptó llamarse Peraltilla. No se trata, por lo tanto, que la “piedra alta”, hubiera perdido altura. ................

No es extraño que en lo alto, hubiera habido un castillo. Ni tampoco es extraño que del castillo quede poca cosa. De hecho más que una fortaleza  defensiva fue una residencia feudal. Explican los historiadores que doña Jerónima Ximénez, el año 1556 aceptó tener 27 vasallos que tenían la obligación de construirse una casa en este lugar y quedar bajo el dominio de la señora. La enumeración de los derechos que doña Jerónima tenía sobre sus vasallos es aleccionadora e indicativa: tenía “la verdadera, real, actual y corporal posesión del castillo, lugar, pardina, términos, derechos, montes, pertenencias, jurisdicción civil y criminal alta y baja, mero y mixto imperio sobre hombres, mujeres, frutos, rentas, derechos, proventos, emolumentos, propiedades, bienes y otras cosas y podía poblar y despoblar, amojonar, vender el lugar con sus vasallos...”Lo dice un documento del Archivo de la Audiencia de Zaragoza: vender el terreno junto con la gente que vivía en él. Más rotundo todavía: “...sin tener otra ley sus vasallos que la voluntad de su Señora”. 

El castillo medieval que dominaba la “piedra alta” desapareció. No lo demolieron los vasallos, sino el tiempo. La gente se dedicó a aprovechar los modestos sillares para edificar o rehacer sus casas. La demolición definitiva llegó en 1906 cuando las piedras del castillo sirvieron para hacer un frontón y las escuelas. Antes el recinto era utilizado como corral para las ovejas... Sic transit el imperio sobre hombres y mujeres que ejercía doña Jerónima.

Esto va mal 

Volveré por la tarde, ahí arriba, para contemplar el paisaje con otra luz. Vamos a la calle Mayor. Se acerca la hora de comer. Leo un aviso, pegado a una puerta: “El 7 de julio, en el Salón Social de Peraltilla, conferencia sobre Psicología Familiar y Autoestima”. Peraltilla tiene unos 180 habitantes. Lástima que no estaré aquí para ver cuanta gente asiste a la conferencia e intentar adivinar cual es su grado de autoestima.   Me doy cuenta que un hombre me mira mientras copio el aviso en un bloc. Está sentado bajo el pequeño porche de una casa , prácticamente a pie de calle. Nos vamos acercando. La excusa, preguntar donde venden periódicos. Es contundente:

-          No hay diarios. Nada. Todo es mentira.  (*)

-          Todo es mentira ?

-          Y la tele va a llegar un día en que yo no la voy a mirar: ¿son de aquí?

-          No, de Barcelona

-          Como si fueran de Barbastro

Le pregunto como se vive en Peraltilla

-          Hombre, hay más tranquilidad, pero no se puede vivir bien, viendo lo que se ve....Aunque no queramos aquí se ven las cosas que no van bien.... Es un hombre más bien grueso que a menudo habla mirando a la calle... “Empecé con la guerra civil y me parece que voy a acabar igual”

-          -¡Hombre!

-          - ¡Hombre,  que no!

-          Debería ser un poco más optimista

-          No puedo, eso no tiene arreglo, no, y va para peor

-          ¿Cómo lo arreglaría usted?

-          Pues en principio... nacer todos de mejor corazón que nacemos, ya venimos de nacimiento así porque si no esto no podría ocurrir jamás. Jamás. Venga a luchar y venga cosas y a lo mejor se están muriendo cuatro o cinco millones de personas por hambre. Hombre, por Dios, luego decimos que... Que no. Que no. Que pa lo que se ve, no querría volver a nacer por nada del mundo.

-          - No me diga ¿pero ha tenido usted una vida muy mala?

-          No... Ya le digo, con una guerra civil yo tenía nueve o diez años cuando hubo eso, pero yo me pensé que el mundo se podía arreglar, pero no. No.

-          ¿Y el campo como está?

-          Mal. Aunque a lo mejor la culpa no la tiene el tiempo, la tenemos nosotros. Todo el mal sale de nosotros. Porque con la mierda de salvar las viñas hemos escarmentado el clima de este país.

-          ¿Por salvar las viñas?

-          Aquí, sí. Pegándole cohetes y cosas. Porque no se apedregue. Se ha perdido el llover, se ha perdido el tiempo, el tiempo climatorio, se dice. Que cada mes vendrá peor, porque al no haber una nube y al estar pegando cohetes...   Baja la voz... Hay muchos intereses. Y va a llegar un día que si esto no lo cortan aquí no va a llover ni poco ni nada.

Lo miro. Si esta casa es suya, está muy bien. Tras el chaparrón catastrofista tal vez es temerario decirle:

-          Y usted ¿tomando el fresco?

-          Pues sí.

-          Esperando la hora de comer, porque aquí se puede comer todavía.

-          Hombre, sí, y el apetito que tengo. Pero de joven no hemos podido vivir y de viejo... Bah. En cinco meses me han hecho dos operaciones. Una de la hernia y otra del estestino que se me ha perforao. O sea que de una cosa vendrá otra porque de viejo alante no...          

-          Tiene razón, hacerse viejo incluso es peor que el “tiempo climatorio”.

Suena una campana, como si pusiera punto final.

La campana es mas vieja que todos nosotros. Y se llama Bárbara del Corazón de Jesús.

 La realidad de las minúsculas

 ......Tomamos asiento en el comedor de La Lifara. Es la deformación popular de l’alifara nombre dado a una comida festiva, a la juerga colectiva, más espontánea que reglamentada. .............  Inma nos ha asignado una mesa arrinconada, tranquila, porque está a punto de llegar un grupo de adolescentes que ocuparan dos largas mesas. Han hecho un “campus” de natación en la piscina.

Nos traen torteta que está hecha con sangre de cerdo y miga de pan. Y también chireta. Sebastián la había pedido en Laluenga pero no lo había conseguido. Es una comida tradicional del Somontano. Y una botella de vino Alquézar 2003, elaborado con garnacha, “ojo de liebre” (es traducción literaria del catalán, pero no sé si en castellano, es correcta)  y moristel.

Comparecen los niños y niñas del campus dispuestos a devorar el menú que les han preparado. Contra lo que se podía esperar hacen poco bullicio, no molestan. Dicen que la natación relaja  Pero yo admiro los monitores que les acompañan.- Seguro que tienen algo a ver con la actitud educada del grupo. 

A los postres Inma nos presenta a su compañero, Luis Piedrafita a quien le llaman el Piedra. Es guarda forestal. Nos detalla muchas cosas curiosas que podríamos ver en el Somontano... Es un hombre joven, muy preparado,  con inquietudes y conocimientos diversos y muy dispuesto a ser útil  Se ofrece para llevarnos las mochilas a Abiego ..................                                                                               

El tiempo del frontón
......................................
...

Me detengo en una casa aislada, que es un café, casa Paco.

.......................Pido agua fresca, pago la botella y me la llevo a una mesita, a la sombra...Voy bebiendo despacio y empiezo a leer con la esperanza que pase un poco de aire, las cuatro páginas que Maite, de Alquézar, me ha sacado de Internet con el testimonio de un hombre de Peraltilla sobre la guerra civil. La historia de Jesús Lacoma es larga: reproduzco solo unos recuerdos ................................................................

.......Subo con Sebastián a la plaza. El arco que preside la plaza, plantado en medio como si  fuera un modesto arco de triunfo, solo se explica si se sabe que había sido un frontón, que se construyó en 1906 porque el pueblo lo reclamaba. Los solicitantes se comprometieron a hacer una suscripción para las obras y a trabajar personalmente en ellas. Y así se alzó la pared, piedra a piedra, -sacadas del castillo- con la aprobación del Ayuntamiento y aún más, con su bendición  

“Considerando que el juego de pelota es lícito y con ello no solamente se desarrollan las fuerzas de la gente joven sino que también se evita otra clase de juegos prohibidos, tanto a los jugadores como a los espectadores, se acuerda por unanimidad....” 

Hace veinticinco años el frontón fue revocado y pintado de verde. Pero no hace mucho la reforma fue drástica:  se derribó la parte central de la pared  y lo que era frontón se rediseñó como un arco. Delante han plantado árboles y han puesto bancos......Hace cien años los jóvenes pidieron un frontón. ...Ahora, donde había la pista de frontón, hay unos árboles que procuran dar sombra y unos bancos largos...Ahora hay que atender las peticiones de los viejos...    

A las afueras pasamos delante de una reja que cierra un  terreno espacioso y nada cuidado al fondo del cual hay una casa bastante grande. Un hombre se mueve por allí, se acerca y entablamos conversación :-¿De dónde sois? - - De Barcelona  - Yo soy medio catalán. Tengo una industria en Barbastro pero trabajé 40 años en Sabadell, en metalurgia.  Ahora tengo seis mil metros en Barbastro., aun que nací en esta casa. ¿Habéis venido por el canal?

-Si, mucho calor, suerte del airecillo.

-  Cuando viene de arriba no hace mucho calor, cuando viene de abajo, del sur, el bochorno. Mirad, allí había un pajar y trillábamos con unos caballos, no había dinero para máquinas de aventar. Pues con el aire de arriba, por mucho que quisiéramos no podíamos tenía que ser el aire de abajo.

-   ¿Usted vive aquí?

-  Tengo un piso en Sabadell y dicen que ahora vale doscientos quilos. Para hacerse una idea, tengo un garaje de 300 metros. Y 160 metros cada piso y 40 el terreno. Es que yo he estado muchos años en Cataluña y he ganado dinero, pero también han pasado muchas cosas que ... Cuando estuve, había en Sabadell un alcalde comunista, vosotros no sé que sois, un alcalde que llevaba la idea de cerrar todas las industrias.

Me quedo helado. El alcalde era Antonio Farrés que lo fue años y años, hasta que dimitió. Ganó muchas elecciones. Era una persona austera, que votaban los sabadellenses de todos los partidos. ¿Antonio Farrés quería cerrar todas las industrias de Sabadell?

-     Yo me hice la casa para trabajar en ello y si hubiera sabido eso... Me hacían la vida imposible en el Ayuntamiento, mi abogado estaba acojonao uy yo les dije: Mirad, vosotros no tenéis más que maldad y yo maldad no tengo, pero tengo inteligencia” Y me amenazaban que me cerrarían  la puerta.

-     ¿ por qué?

-     Había un  vecino muy malo, pero en el otro lado había otro que era peor. La idea era que dejara aquello e hiciera planos y yo les dije que no, que no me habían concedido el permiso y me habrían sacado el dinero. Y les dije “Vosotros no tenéis más que maldad yo no tengo maldad pero tengo inteligencia”.

-     Pienso que no son incompatibles la maldad y la inteligencia. Pero el hombre ha encontrado esta frase que le satisface. Lo simplifica todo. Se llega al veredicto sin haber pasado por los “considerando que...”

-     Me precintaron unas máquinas que puse por hacer ruido y cuando vinieron a desprecintarlas ya me había comprado una nave en un polígono . Me fui a Castellar porque tenía seiscientos clientes, yo he sido espabilao, tengo inventos patentados en Barcelona y hasta la marca tengo registrada. Trescientos clientes en Cataluña y trescientos fuera de Cataluña.

Es un hombre alto y grueso rodeado de dos perros. ....................

-      Y aquí ¿sigue trabajando? pregunta Sebastián

-      Más que nunca. Tenemos tres trailers para repartir por toda España, transporte propio.

-      Y usted regando, digo a ver si es capaz de coger otro hilo....

 ..............................................

Un año... con propina 

Tomamos asiento en una de las dos mesas que La Lifara ha sacado a la calle. El paso que queda libre no es muy ancho pero casi no pasa nadie. Pido un poco de whisky con hielo. Se nos acerca un hombre hablando con Inma en catalán. Es de Lérida y pintor y viene a Peraltilla los fines de semana. Dice que en Cataluña los precios ya han subido demasiado y que aquí, por un alquiler se paga muy poco. 

Miro hacia abajo como baja la calle Mayor, con casas desiguales de colores distintos. Hay bastantes flores en los balcones y algunas macetas en las puertas. La tarde ya tiene un punto de gris.  Fuera del tiempo que anda tan despacio que parece acabará deteniéndose, no pasa nada.

Tengo la lista de los acontecimientos de Peraltilla durante el año pasado. En el Centro social se han celebrado tres o cuatro conferencias, una curiosa sobre el “Impuesto de Transmisiones”. Y la primera “calçotada” en Peraltilla. También se recoge la noticia que en el sorteo de Navidad el número 8.180 obtuvo la devolución. Hubo dos bodas, y se dan los nombres. Hubo tres defunciones  y solo se hace constar “fallecimiento” (y día y mes) No hay ningún nacimiento en 2004. Creo que los responsables de esta información sobre 2004 han tenido una buena idea y han hecho la pequeña trampa de añadir un hecho que corresponde a 2005. El 2004 no había habido ningún nacimiento y por esto valía la pena hacer saber la novedad: el 4 de enero la secretaria de Peraltilla tuvo una niña

 El arte de la distancia 

En el comedor de La Lifara, Sebastián y yo cenamos solos, excelentes judías verdes. Entretanto Luis, el forestal, nos explica muchas cosas de las plantas y los animales del Somontano. Habla con pasión ............

Cuando terminamos de cenar Sebastián, decide, como hace a menudo irse a dormir. Yo pregunto donde se encuentra la gente en Peraltilla cuando ya ha cenado. Me dicen que se forman dos grupos. Uno en la parte alta de la calle Mayor, en la plaza y otro, al extremo de abajo en la carretera, allí donde hay una cruz. Le llaman y lo encuentro fantástico “el sitio del  lugar”. No puedo saber porqué. Si lo repito incrédulo, me miran extrañados. “Siempre se ha dicho así”.  Quizás no es como yo lo entiendo, quizás hay un matiz en la pronunciación que se me escapa. Es igual. Me quedo con  “el sitio del lugar”.  .......

Quedo seducido por una escena muy sencilla, perfecta que he de observar discretamente. Hay dos muchachitas sentadas al pie de un farol de la plaza. Y hay dos muchachitos sentados en el segundo peldaño de la escalera de la iglesia. Debe haber unos quince metros entre medio, y están cara a cara, en una disposición teatral. De vez en cuando las dos adolescentes sentadas al pie del farol dicen alguna cosa a los adolescentes sentados en la escalera. Se hablan por lo tanto a distancia, pero sin  gritar. Las frases que se dicen son mucho más cortas que los silencios. Estoy relativamente cerca de ellos un par de minutos, mirando hacia allá, mirando a ninguna parte.... Ahora hablan ellos y las dos adolescentes inmovilizadas al pie del farol, escuchan. No puedo entender qué dicen. Es bueno que no lo entienda. lo que vale es la distancia que separa a unos y otros y los silencios que los unen....  

Y aquí se acaba el capítulo sobre Peraltilla, del que, la verdad sea dicha, he suprimido algunos espacios indicado con líneas de puntos, para que no resultara tan largo....  

Vd. verá si todo lo que dice es verdad, pero realmente, es un libro que resulta muy simpático de leer. 

Los viajeros emprenden el Camino de Azara, Azlor y Abiego 

Empezamos a andar. El aire es agradable a menos de las ocho de la mañana, pero el sol calentará pronto. Sin agobiarnos. En julio, ¿al Somontano? Me había compadecido alguien. Sí, el calor es perfectamente soportable cuando se anda por encima de los cuatrocientos metros –no hace falta decir, de los seiscientos- y no hay humedad. 

Avanzamos por un valle relativamente amplio, pero ya no es el llano casi absoluto del primer día, a las afueras de Laluenga. Ahora, a lado y lado del camino, se alzan algunas sierras que enmarcan el valle de la Clamor. Es una palabra expresiva, la Clamor: quiere decir corriente de agua rumorosa. Bonito, pero exagerado, por no decir falso: el agua no está o no tiene voz. 

Hace sesenta años por aquí corrían los maquis, entre las sierras y los pueblos. El historiador del Somontano  Alfredo Coronas, da un testimonio personal. Los maquis ocuparon Peraltilla, lugar de donde ahora hemos salido, un día de la fiesta mayor del año l947. Eran siete hombres que huían a Francia y entraron en el pueblo para exigir dinero a la gente que tuviera, y para conseguir alimentos. Dice Coronas: “Recuerdo que aquella noche estábamos cenando en el patio de casa y llamaron a la puerta. No estaba cerrada con llave, mi padre dijo: “adelante” y vimos aparecer al señor Hipólito Craver con tres maquis armados con metralletas, desarrapados y con barba de varios días. Dirigiéndose a mis padres les dijeron que abrieran la tienda y recuerdo que en un saco fueron metiendo  salchichones, chorizos, longanizas, quesos, carne, pan...” Uno de los hombres pidió unas alpargatas. Otro el que parecía que mandaba, preguntó cuanto valía todo aquello.  El que estaba en la tienda dijo que de pagar, nada de nada, pero el que mandaba dijo que sí, que aquella gente era buena gente y aunque “mis padres llenos de miedo, no querían cobrar nada, sí que pagaron”.

Y ahora viene lo que da un latido especial a la historia: “Al salir de la tienda uno de los maquis le dijo a mi hermana María: “Yo he bailado contigo más de una vez, para las fiestas”. Y a mi hermano Mariano: “Contigo hemos ido algunas veces de bodegas”. 

Azara está muy cerca ......